jueves, 24 de mayo de 2012

Relato - En un callejón



En un callejón del centro, a deshoras, entre orines y cajas de cartón deshaciéndose por la lluvia, se encontraba Juan. Pensando en cómo había llegado hasta ahí.

Adentrándose en los retazos de memoria que aún le quedaban, de la poca lucidez que su estado le dejaba tener, encontró no pocas respuestas. Respuestas que creía ya olvidadas, víctimas del tiempo y heridas que creía cicatrizadas.

Nunca quiso hacer daño a nadie a sabiendas, no tenía maldad ninguna. Lo daba todo por los demás y aún así se encontraba solo en aquel callejón, con la mirada perdida, dejando la lluvia caer sobre su cuerpo.

Recordó como fue su infancia. Una infancia solitaria, triste. Recordó el miedo. Como una y otra vez su cuerpo se veía sometido a severos castigos. La oscuridad de su habitación, a la que le tapaban las ventanas y desenroscaban las bombillas. Las noches llorando y los días, temeroso de hacer algo en desagrado de aquel que decía ser su padre.

Por suerte, pudo escapar de todo eso. Un día decidió no volver del instituto. Claro que le embarcó el miedo y pensó varias veces en volver. Pero tanto si volvía como si le encontraban, imaginar qué podría pasar le causaba pesadillas.

Encontró un polideportivo abandonado y decidió que allí podría quedarse. Gastó lo poco que pudo ahorrar en irse lejos, lejos de aquel pasado. Encontró trabajo cuando ya casi no podía ni mantenerse en pie por la inanición. Se esforzó todo lo que pudo. Pudo hacer amigos y tener una vida feliz. Lejos de su pasado. Conoció a una chica, y empezaron una relación amorosa. Ya todo parecía que iba a ir bien en su vida.

Pero no todo estaba bien. Le costaba decidir cosas simples. Le costaba abrirse a la gente, le costaba hacer lo que cualquiera podía hacer sin esfuerzo. Aunque en el fondo daría la vida por su pareja y defendería a sus amigos a capa y espada, su actitud fría y distante no lo demostraba. Así que con el tiempo, la gente se fue yendo, porque no le comprendían.


Hace un tiempo, cuando ya casi no le quedaba nadie cerca, terminó con su pareja. Aunque la amaba más que a cualquier cosa sobre el planeta, pero acabaron distanciándose. Juan no sabía qué hacer. Volvió a casa y cerró las persianas, rompió las bombillas y se quedó allí, a oscuras. Llorando. Temeroso de hacer cualquier cosa que desagradase al mundo. Juró no volver a intimar con nadie.


Desde hace poco, Juan solía pasear sin rumbo fijo, a cualquier hora del día, de la noche o de la madrugada. Sin rumbo fijo, mientras llovía, se la encontró en un callejón. Arrinconada, asustada. Siendo atacada.


Se acercó. La agarró. La alejó del callejón. "Aún te amo" le susurró. "Corre" le gritó. Dolor. Mucho dolor. El suelo. Se levantó y respondió. Sintió frío en el pecho. Cayó al suelo. Miró sus manos ensangrentadas. Miró alrededor y vio el cuerpo sin vida del atacante. Pero era demasiado tarde. Usó el mismo cuchillo que le habían clavado.


En un callejón del centro, tirado en el suelo, entre orines y cajas de cartón deshaciéndose por la lluvia, se encontraba Juan. Su mirada perdida no mostraba miedo. Sus lágrimas se fundieron con la lluvia.

1 comentario: