domingo, 29 de abril de 2012

Relato - "Arthur" Capítulo 3

Seguimos con la historia de Arthur. ¿O será la historia de Claudio? ¿Qué es lo que le está pasando a nuestro protagonista?


Para descubrirlo, debes seguir leyendo:


Arthur - Capítulo 3

- Si cuando busques paz y en tu mente sólo haya caos... Confía en mí, yo te guío...


Arthur no salía de su asombro. El doctor Gilbert estaba mirándole fijamente mientras hacía un gesto de aprensión, mientras pasaba las páginas del portafolios. Adrianne tenía los ojos colorados y las mejillas mojadas.


- Bueno -comenzó el doctor-, los pronósticos no podrían ser mejores. En poco tiempo podrás volver a casa.


- No comprendo... Qué... ¿Qué me ha pasado? -preguntó Claudio.


- Tuviste un accidente -empezó a hablar Adrianne- muy complicado. Según creemos, se te descontroló el coche en una curva en la carretera de las montañas. Caíste barranco abajo. Los árboles de la ladera fueron frenando la caída, pero aún así fueron cerca de 800 metros de caída... -Claudio escuchaba la historia atónito ¿Qué edad tenía? ¿Tenía carné de conducir?


- Yo... ¿Tengo coche?
- Tenías -contestó Adrianne-. Quedó inútil después del rescate. Se había convertido en una prisión de metal y hubo que cortarlo entero para sacarte. Suerte que alguien que frecuenta esa carretera vio el quitamiedos roto y avisó a emergencias.


- ¿Cómo se encuentra, Claudio? -preguntó el doctor- ¿Siente algún malestar, alguna dolencia?
- No sabría decirlo... Sólo estoy muy cansado, y confuso.
- Puede que sea por los calmantes, relájese, si todas las pruebas salen bien, podrá volver a casa mañana. Sólo tenía contusiones, un milagro teniendo en cuenta la velocidad por la que se suele ir en esa carretera, y unos 800 metros de caída ladera abajo.


El día pasaba lento, Adrianne no se movió del sillón que había al lado de la camilla.


Al fin, Claudio intentó entablar conversación- Dime una cosa...
- Sí, pregunta lo que quieras -a Adrianne se le iluminó la cara.
- ¿No tengo familia? No he visto a nadie más que a ti en...
- Es algo que nunca quisiste contarme -cortó la conversación de repente- Siempre que te preguntaba, evitabas el tema, solías decir que no te acordabas, y que era mejor así. -suspiró- Además, al llegar al hospital no me llamaron más que a mí. Les pregunté a las enfermeras que hay en recepción, pero cuando me dijeron que no sabían nada, dejé de intentarlo. Parece que no tienes familia cercana.


A Claudio saber eso le inquietó, tanto a Claudio como a Arthur. Sabía que su familia no era la mejor del mundo, pero era su familia. Le aterró la idea de no volver a verles.


- Entonces... ¿Nadie? -preguntó nervioso- ¿Estás segura?
- Sólo sé que estuviste desde los 15 años en un orfanato. Es lo único que me has dicho. Para mí tu historia comienza ahí.
- ¿Qué edad tengo? -esta pregunta turbó a Adrianne.
- ¿No lo sabes? Tienes 26 años. Y yo tengo 21 -se sonrojó-. Llevamos juntos dos años. Desde que te conocí, vives solo. Bueno, hasta hace 3 meses, que decidiste que querías que viviera contigo... -miró la cara de asombro de Claudio- ¿Te incomoda? Si quieres, puedo decirle a mis padres que...
- No, no hace falta -se apresuró a decir-. Puedes quedarte, aunque quizás me dé vergüenza hacer ciertas cosas delante tuya... No quiero que cambies tu vida -empezó a sentir algo extraño dentro suya. No sabía qué era una mudanza cada poco tiempo, pero algo le decía que no era algo cómodo de llevar- tan rápido por mi culpa.
- ¡No seas bobo! Aunque no me recuerdes, sigues siendo el mismo tonto de siempre -se rió, casi con una carcajada y lágrimas en los ojos-. Mi tonto.


A Claudio le reconfortó verla reír por primera vez desde que se despertó en esa camilla.


La noche llegó, y una enfermera corrió las cortinas- ¿Claudio Berti? -dijo sin dejar de mirar un portafolios.
- Sí -se adelantó a decir Adrianne.
- Mañana podrá volver a casa. Que pase buena noche -cerró las cortinas y se fue.


Cansado quizás por los sedantes, como dijo el doctor Gilbert, Claudió cerró los ojos para dormirse.


PIII PIII PIII PIII... Un sonido estridente le despertó. Volvía a ser Arthur "¡Qué demonios! ¡Siempre había sido yo!" Pensó. "¡No son más que sueños!". Apagó el despertador de un golpe.


Aunque ese nuevo día a Arthur le resultó familiar, se le encogió el estómago. Una luz extraña entraba desde la ventana que daba a la cocina. Se levantó sobresaltado, y corrió a despertar a su hermano. Pero no estaba en su cama.


- ¡¡Peter!! -gritó mientras corría a la cocina- ¡¡PETER!! ¡¿DÓNDE ESTÁS?!


Al abrir la puerta de la cocina, una humareda salió por esta. Un fogonazo lo sobresaltó. Peter estaba en una esquina, con los ojos cerrados y parecía inconsciente. Corrió a por él, pero el suelo de la cocina quemaba mucho y él iba descalzo. Le empezaron a escocer los ojos. "Tengo que hacer que el humo se vaya" Pensó mientras tosía. "¡Peter está en peligro!"


Cogió un par de trapos y los dobló debajo de sus pies. Corrió hasta la ventana más cercana y la abrió. Poco tardó en darse cuenta del error que había cometido. Las llamas se avivaron más, y si no llega a tirarse al suelo, una llamarada le habría alcanzado. Se arrastró hasta Peter, lo cogió como pudo y lo sacó a rastras de la cocina. Cerró la puerta intentando que no salieran las llamas.


- ¡Peter! ¡Peter! ¿Estás bien? -tosió- ¡Peter!


Arthur estaba nervioso. "A ver, ¿Qué hacen en las películas?" Le tomó el pulso. Parecía que latía, pero no parecía respirar. "Rápido, piensa" Lo llevó hasta el salón. Fue a ver si sus padres estaban en casa. Una tontería, porque si con los gritos no habían salido es que no estaban. Cogió el teléfono y llamó a emergencias.


Le dijeron que iban en camino, que ya habían llamado al ver el humo que salía de la ventana de la cocina. Le preguntaron por el estado de su hermano. 


- No respira, tiene pulso, pero no respira ¡Rápido, dense prisa! ¡Por favor! -Arthur no pudo evitar echarse a llorar.


En unos cinco minutos, una eternidad para Arthur, un grupo de bomberos entró a la casa derribando la puerta, las llamas estaban consumiendo la puerta de la cocina, uno de ellos entró hasta donde estaban los dos niños y empezó a examinar al pequeño. Tras aplicarle los primeros auxilios, Peter al fin tosió.


- ¡Peter! ¡Estás bien! -quiso abrazarlo, pero el bombero lo detuvo
- Quería darte una sorpresa preparándote el desayuno... Lo siento, Arthur... -tosió y se echó a llorar- Se quemaron las tostadas porque no encontraba las tijeras para abrir la leche... Inten... -tosió- Intenté apagarlas con un trapo, pero empezó a quemarse. Después me mareé... ¡Lo siento! ¡Lo siento!


Otros dos bomberos se acercaron al salón- El fuego ya está reducido, hay que llevarlos al hospital para hacerles las pruebas de tóxicos. ¿Habéis respirado mucho hum- Una explosión les azotó por la espalda, cayéndose encima de Arthur, Peter y el otro bombero. Se levantaron al instante los tres bomberos- ¡¡GAS!! Tú, llévatelos de aquí -Le dijo a uno de ellos y volvió al walkie-. ¡¡Necesitamos el camión YA!! -echó un rápido vistazo al pasillo- ¡Tenemos a un compañero herido! -corrió a abrirles paso.


Horas después los muchachos estaban fuera de peligro en el hospital. Arthur estaba despierto, pero Peter estaba dormido. Sus padres entraron en la habitación- ¡Arthur! ¡Peter! ¿Qué estabais haciendo? -gritó el padre.
-Se me quemaron las tostadas sin querer -mintió para proteger a su hermano-. Lo siento. Todo fue tan rápido...
- Al menos estáis bien, que es lo que importa -dijo la madre, tranquilizando al padre-. Os quedaréis a dormir en casa de los titos hasta que podamos volver a casa. Nosotros ya veremos dónde vamos -apartó al padre para que Arthur no les oyera-. Como se te ocurra regañarles después de lo que han pasado, te juro que... Yo creo que ya han aprendido la lección. No más regaños, y menos en un sitio como este. -Pero Arthur ya sabía que estaban discutiendo, siempre lo hacían.


Acabó durmiéndose. "Al menos en mis sueños no tengo padres que discuten todos los días" Pensó.


- Claudio... -le despertó Adrianne- Claudio, despierta. Son las nueve ya, tienes que desayunar antes de irnos ¿Te duele algo?
- No, estoy bien... -se incorporó con una sonrisa- Tengo ganas de ver mi casa.

-Continuará...

Ya hemos llegado al meridiano de Arthur, quedan tres capítulos más, y se habrá acabado. ¡Descubre qué entrañan los sueños de Arthur en los siguientes capítulos!


¡Espero vuestros comentarios!

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